El lago
«A flote siempre la vida. No es fácil mantenerse entre la superficie y el fondo de las emociones cuando se crece junto a un lago donde se ahoga un abuelo, en el que un padre desaparece, de cuya orilla emerge el bikini rojo de una madre que se convierte en el recuerdo de una nube sin rastro. En ese territorio de la pérdida y de las ausencias crece a la supervivencia Nami, soñando escapar del olor a pescado de su pueblo de esturiones, de la amenaza de un Espíritu del lago que se traga a la gente que lo alimenta. Un territorio físico de agua que es metáfora de la vida, del poso del tiempo, del sistema ruso dominante en aquella Checoslovaquia ocupada en su primavera de socialismo con rostro humano de la que desaparecieron los soñadores, lo mismo que los ideales de pertenencia, de autoestima, de un futuro reformado cuyo fondo no fuese de fango».
Guillermo Busutil.