El sonido de un tren en la noche
«Les resultará extraño si les digo que la imagen que me evoca este libro de un título de por si tan poético y evocador como El sonido de un tren en la noche no tenga nada que ver ni con el tren ni con su sonido ni con la noche ni, ya que nos ponemos, con el libro, con la historia que cuenta. ¿Y cuál es esa extraña imagen, se preguntarán? Pues mi imaginación juguetona no podía quitarse de la cabeza la de un arrozal, y es así porque tenía la sensación de que si esta magnífica novela fuese un cultivo su sistema de riego sería ese, por inundación, porque así es como se distribuyen las emociones y los sentimientos en este libro, como una capa fértil y omnipresente que empapa cada una de las páginas, de las que brotan ante los ojos del lector que asiste tan atónito como encantado a un despliegue emocional y argumental inusual y felizmente intenso».
Andrés Barrero