El tiempo se pone Calabuig
La playa y el tiempo es así de plural, de unísono y de delicado. Un libro para escapar un instante breve, como breve es el aliento de sus piezas que engañan porque al final continúan sus historias, del mundo del que este escritor traduce a lápiz la atmósfera entre palabras, la jugada apropiada de la trama, la sonoridad de un vocablo con tres tés como vértices de un triángulo, la conciencia del escritor que viene a ser en muchos casos un lutier de palabras y movimientos a los que mover con cinco dedos a la derecha, cinco dedos a la izquierda. Corre Belmondo por las calles de Marsella. Suena Morente por encima de todas las cosas. Una mujer renace en una boca sin nombre entre las dunas. Dos amantes incapaces de traducirse lo que sienten. Da paso el miedo a la experiencia de lo vivido. El duende de tocar flamenco sin partitura. Joan Margarit lanzando al aire un poema como si fuese un avión en la noche. La duda de cómo traducir un dibujo. Leonard Cohen y su anciano maestro Zen. Ella ríe, en muchos de estos relatos desde que sucede el primero ella ríe o lo intenta. Cinco dedos a la izquierda, cinco dedos a la derecha, Ernesto Calabuig sin perder el ritmo sosegado pero mantenido, y poética la literatura de estos cuentos acerca de las relaciones, de la búsqueda de nosotros mismos, de la levedad de la memoria, de la melancolía y de la vida, de las certezas a esa edad en la que muchas cosas empiezan a ser ex.
Guillermo Busutil