“La incoherencia desnuda” – Reseña de “La vida en falso” de Ginés S. Cutillas
El personaje de esta novela no es un don Juan. Se deja querer. Son ellas quienes lo seducen. Él se muestra, casi siempre, pasivo, con una pasividad inicial, convertida luego en actividad casi aquejada de satiriasis, de impulso erótico depredador con aquiescencia grata de las “víctimas”. Un moderno arquetipo. Su conducta no está exenta de cierto sentimiento de culpa, pues mientras flirtea conserva su pareja, de quien es incapaz de separarse, aunque, de forma casi trágica, no puede evitar su comportamiento.
En ese marasmo de ligues, flirteos, aventuras eróticas, siempre sucede la aparición de una persona con quien se desearía continuidad y exclusividad. Y esa necesidad de monopolio viene a derribar todo un sistema de vida nómada, saltarina de un cuerpo a otro. No se piense que eso sea específico del héroe, pues lo mismo les pasa a sus amantes: promiscuas, mas exigiendo fidelidad. Tal es la situación en la que se encuentra finalmente el innominado protagonista. Acaso de ahí proceda el título: la vida basada en embelecos: como querer carne asada y lanzarse a por la lechuga, o viceversa.
La estructura de esta novela es la de la confesión. No es diario ni narración epistolar, aunque la excusa es una larga carta a una tal H, pero es recurso retórico, pues es carta que nunca llegará a cursarse. Confesión, como las de san Agustín o Rousseau. No la crea el lector confesión real, no parece autoficción sino narración, invento, artificio.
Hay un par de astucias puramente literarias, cautivadoras del interés lector, mostrando una ambición narrativa inesperada en novela relativamente corta: la especulación sobre los diversos significados de la palabra inat en diferentes idiomas, como si tal término extranjero fuese palanca para la reflexión sobre el cansancio, la terquedad, la soledad, el masoquismo involuntario al que nos sometemos pensando que podemos vivir de una forma, cuando alma y cuerpo nos exigen vivir de otra. Y dos cortas secciones con título: Los bipolaresuna, y Los invencibles, otra. Son párrafos rozando la prosa poética donde se describen esas dos actitudes ante la vida y que hacen referencia a los avatares por los que pasa el personaje y sus amantes, tal vez insinuándonos el autor que todos podemos estar integrados en esas dos categorías en algún momento de nuestras vidas. Sin embargo, el estilo del resto de la narración es fluido y totalmente asequible, retratando una sociedad incoherente en la que hozamos gustosos, aunque por circunstancias pueda llegar a asquearnos. No se olvide que Cutillas, quien residió en Granada un tiempo y donde sitúa la acción de esta novela, es codirector de Quimera, una de las revistas literarias más importantes de España, y defensora siempre de la modernidad en literatura.
Por Miguel Arnas Coronado para El Ideal de El País.